En Venezuela, la mayor parte de las personas con tarjeta de crédito no puede comprar ni siquiera un botellón de agua. «No sirven para absolutamente nada», dice Henkel García, analista financiero y director de la consultora Albusdata. Y es que la mayoría de las tarjetas en el país tienen un límite de apenas 1 bolívar (unos US$0,03). Se trata de un monto muy reducido, incluso en un lugar donde el salario mínimo de 130 bolívares ya equivale a menos de US$5 mensuales, debido a la drástica pérdida de valor de la moneda nacional que en lo que va de año pasó de 17,55 por dólar a 33,11 por dólar.
Pero la pérdida de utilidad de las tarjetas de crédito tiene otras causas -que van más allá de la devaluación del bolívar- y sus consecuencias tienen un impacto importante en la vida de las familias. Ángel Alvarado, investigador principal en el departamento de Economía de la Universidad de Pensilvania, explica que la principal causa detrás de este fenómeno es la elevadísima tasa de inflación que ha sufrido el país sudamericano durante los últimos años. «En Venezuela no hay crédito porque con una inflación de 400%, no hay crédito», dice Alvarado.
«La hiperinflación destruye la intermediación financiera. No hay gente ahorrando. ¿Quién va a ahorrar en bolívares? Si no hay gente ahorrando en bolívares, no hay crédito. Y si no hay crédito, no hay tarjeta de crédito», señala.
En 2017, Venezuela entró en un ciclo de hiperinflación que se extendió durante cuatro años. Según datos del Banco Central (BCV), la inflación llegó a escalar hasta un máximo anual de 65.374% en 2018. El periodo hiperinflacionario se dio por concluido a finales de 2021, pero eso no ha significado el fin de la escalada de precios. De hecho, de acuerdo con estimaciones del Observatorio Venezolano de Finanzas para el cierre de agosto, la inflación acumulada en el país en 2023 es de 144,6%, mientras que la tasa anualizada (de agosto a agosto) suma 422%.
Según explica Henkel García, uno de los factores que ha llevado a la inutilización de las tarjetas de crédito en Venezuela ha sido, precisamente, la lucha por controlar la inflación. «A partir de 2018, cuando estaba lidiando con la hiperinflación, el gobierno tomó la política de contener el avance de los precios y del tipo de cambio, haciendo desaparecer literalmente los bolívares creados a través del otorgamiento de créditos. Eso prácticamente significó la desaparición del crédito en Venezuela y, sobre todo, de los créditos al consumo», indica el experto.
Las tarjetas de crédito en la actualidad solamente representan 1,8% de todo el dinero prestado por las instituciones financieras en Venezuela, según cifras de la Superintendencia de Bancos (Sudeban), correspondientes a marzo de este año (último dato disponible). En 2012, representaban 12% de todos los créditos.
La desaparición en la práctica de las tarjetas de crédito ha tenido impacto en los hábitos de muchos venezolanos que, ante la crisis económica que ha vivido el país, en lugar de usarlas para costear viajes o actividades de entretenimiento, muchas veces las usaban para pagar alimentos o medicinas.
Pero, si no pueden usar las tarjetas de crédito, ¿cómo están haciendo frente los venezolanos a sus gastos? «Pagan con sus ahorros, si los tienen», dice Ángel Alvarado. «Ahora no hay un sistema financiero. El sistema financiero son la familia y los amigos, en los casos de aquellos que tengan familiares o amigos que les puedan ayudar», agrega.
Henkel García señala que, más allá del uso de los ahorros, están surgiendo algunos instrumentos que permiten comprar productos y pagarlos de forma fraccionada. «No es un crédito formal como lo puede emitir la banca, pero sí permite a la persona que compre algo y dividir su pago en cuotas», señala.
Uno de estos instrumentos es una ya reconocida app que, según se explica, permite adquirir un producto por medio del pago de una inicial y, luego, tres cuotas quincenales iguales y sin intereses. Eso sí, el precio del producto y de las cuotas está indexado al valor del dólar en Venezuela.
DL / BBC