Más de seis meses han transcurrido desde que el país entero presenció el patético escándalo de corrupción de Pdvsa Cripto que salpicó no sólo a peces gordos y flacos, sino a empresarios y sifrinos del este de Caracas enchufados con el régimen.
Durante transmisiones a medianoche, Venezolana de Televisión (VTV) mostraba largas colas de presos que desfilaban vestidos con bragas naranjas y escondiendo sus rostros de la cámara, señalados de desfalcar, una vez más, a Venezuela.
Por allí pasó Alejandro José Arroyo Pérez, señalado (entre otras cosas) de ser uno de los testaferros de Hugbel Roa y socio de Jorge Giménez Ochoa, actual presidente de la Federación Venezolana de Fútbol (FVF) y jefe de Federico Alberto Manzo Leyba, este último operador financiero que sigue negociando cargamentos de Pdvsa y de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) pese a las investigaciones.
Negocios turbios
Federico Manzo Leyba es el representante de Jorge Giménez y encargado de negociar crudo y aluminio por alimentos. El portal Cuentas Claras Digital describe en un artículo a Giménez como un empresario de «trayectoria empresarial desconocida».
Manzo Leyba se encontraría de gira por Europa en el mes de septiembre haciendo negocios a través de la empresa PANGLOBAL ENERGY SMC LTD, registrada en Uganda. Según datos internos de PDVSA, el presidente actual de la Federación Venezolana de Fútbol adeuda al menos 600 millones de dólares a la estatal petrolera venezolana debido a negocios realizados durante el año 2022.
De acuerdo al portal Infodio, Giménez Ochoa mueve grandes cantidades de dinero mediante Ensa Energía A.G., una compañía offshore registrada en Labuan, Malasia.
El modus operandi de Giménez Ochoa es obtener crudo de PDVSA con grandes descuentos, enviado a Asia en petroleros operados con transpondedores AIS apagados casi permanentemente, donde flotan, a veces durante meses, esperando ser descargados en algún momento a clientela china.
A Giménez Ochoa se le pagaba a través de las cuentas de Ensa Energía (con la cual cobraba su tajada), y los fondos restantes se utilizaban para comprar e importar alimentos que su socio (Alejandro Arroyo) empaquetaba en cajas CLAP (Logística y Alimentos El Mazo CA).
El mecanismo permitía que Giménez Ochoa y Arroyo obtuvieran ganancias en todos los lados del comercio. Una de las personas asociadas a El Mazo era Gilber Renee Mejías, otro socio con un pasado bastante cuestionable (posesión de drogas) y quien también fue detenido durante la operación anticorrupción de Pdvsa.
Se sabe que las autoridades británicas hacen seguimiento de las operaciones del grupo de Jorge Giménez y Federico Manzo Leyba, que incluyen conexiones con Turquía, Indonesia, Chipre, San Cristóbal y Nieves (Nevis) y Emiratos Árabes.
La nueva boliburguesía: los sifrinos en el chavismo
Ambos personajes, Giménez Ochoa y Arroyo, pertenecen a un segmente de la sociedad diametralmente opuesto al chavismo: fueron a escuelas/universidades privadas y son el típico ejemplo de la nueva boliburguesía venezolana: sifrinismo caraqueño enchufado con el régimen.
Un dato revelador es que a Giménez Ochoa se le relaciona con Armando «Coco» Capriles Capriles, primo-hermano del exgobernador Henrique Capriles Radonski y a quien se le acusa de enriquecerse a través negocios con el sistema financiero público, (específicamente con la asignación de divisas del SITME), gracias a sus relaciones con el expresidente del BCV, Nelson Merentes.
Armando Capriles es otro miembro de la alta sociedad venezolana y operador financiero de Diego Marynberg (Mercantil Valores y el fondo ADAR Capital), que estuvo relacionado estrechamente con negocios de las Letras del Tesoro, Bonos de la Deuda, Fondos del Banco del Tesoro y Notas Estructuradas.
Redacción Dólar Lido con infomación de Hable.Es y El Publique