La historia de Laura muestra la cruda realidad de quienes por diferentes circunstancias económicas terminan en manos de las grandes redes de trata de personas. Partió de Venezuela a Trinidad y Tobago con la idea de dar en adopción al hijo que aun llevaba en su vientre a cambio de dinero.
Convivió con un matrimonio europeo radicado en la isla, con quienes había acordado el pago de 2.500 dólares
La mujer se había quedado sin pareja y la difícil situación del país le hacían pensar que no era buena idea traer un nuevo hijo, por lo que un médico en Caracas le indicó que existía la posibilidad de dar el niño en adopción, “que todo estaría bien” y sería seguro.
Laura, el nombre ficticio que se le dio a la víctima para proteger su identidad, fue contactada por los “encargados” del “negocio”, entre los que asegura hay ciudadanos de nacionalidad colombiana y le plantearon que primero iría a conocer a la familia en Trinidad para decidir si quería dar el niño.
El viaje se dio desde el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, pero al estar en la isla, que mantiene una estrecha relación con el gobierno de Venezuela, fue encerrada en una casa, fue ahí comenzó su calvario.
A propósito de conmemorarse este 30 de julio es el Día Mundial contra la Trata de Personas, a través de su experiencia se puede hacer un análisis a partir de los precarios registros que manejan algunas ONG sobre casos, que en las fronteras con el país son muy frecuentes.
Desde el estado Sucre, al norte, embarcaciones clandestinas zarpan con veintenas de migrantes, la mayoría mujeres.
Venezuela ha suscrito distintos pactos internacionales en los que debería cooperar y colaborar en cuanto a la prevención y la judicialización de casos de trata y explotación. Vemos como los últimos informes emitidos por la Oficina del Alto Comisionado para las Naciones Unidas y también la anterior Michelle Bachelet, se le han hecho distintas peticiones a Venezuela a que ponga el ojo en materia de prevención, pero también en materia de judicialización”, le dice a El Tiempo, Gabriela Boada, coordinadora de la ong Caleidoscopio Humano.
Precisamente estos pactos y acuerdos no funcionaron. Fue la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que otorgó medidas cautelares al hijo de Laura, que para 2019 tenía 15 meses de edad, de los cuales 12 había permanecido en una casa de albergue debido a todas las disputas legales que emprendió la madre en la isla, la cual ha prestado poco apoyo al caso.
“Trinidad es un puente para el tráfico humano, se pierde mucha gente diario. Le quitan los niños a las madres y si es venezolana mejor”, dijo Laura a este diario.
En 2021 Venezuela creó un consejo presidencial para combatir este delito que tiene múltiples formas; sin embargo, Naciones Unidas ha criticado las pocas diligencias en la publicación de planes que ayuden a combatir el flagelo.
Caleidoscopio ha documentado desde 2018 solo cuatro casos de trata y esto porque no hay denuncias formales, el temor de los familiares es grande y no hay cooperación con el Estado. La ONG también se preocupa porque muchas de las víctimas son mujeres trans que son captadas y luego comercializadas.
En el caso de Laura, la organización Defiende Venezuela, asumió el caso y emprendió una batalla que resultó en la decisión de la CIDH que permitió que Laura pudiera visitar a su hijo en la casa de protección, pero sin apoyo de autoridades venezolanas ni de Trinidad.
Aún ella está a la espera de que el menor pueda salir del hogar temporal y hacer una vida normal con su madre, quien tuvo que lidiar con todas las trabas y acusaciones además de amenazas de muerte.
Hoy Laura no está del todo a salvo, sigue enfrentándose al sistema de Trinidad, tal como ella lo ha comentado y prefiere no dar muchos detalles de la situación para lograr de una vez por todas, reunificarse con su hijo.
Fuente: El Nacional